Frutas de verano para intolerantes a la fructosa

niña comiendo frutas verano

Con el verano llegan sabrosas frutas como el melocotón, las distintas variedades de melón y sandía, o los higos, que nos pueden ayudar a refrescarnos frente al calor estival. La intolerancia a la fructosa limita la cantidad y variedad de frutas que pueden consumirse. Te damos pistas para que puedas disfrutar de alguna de ellas.

La intolerancia hereditaria a la fructosa es una condición de origen genético, por la cual se produce una deficiencia de la enzima aldolasa B, que se encarga de que la fructosa pueda transformarse en glucosa en el hígado. Un sencillo test genético es suficiente para diagnosticar la intolerancia a la fructosa.

Que el intolerante adopte una dieta baja en fructosa es fundamental para evitar síntomas, tales como diarrea, vómitos, dolor abdominal, hipoglucemia o ictericia, pudiendo llegar en casos extremos a causar fallo hepático y renal.

Dieta baja en fructosa

Este azúcar se encuentra de forma natural en alimentos como frutas, algunas verduras o la miel. Otra fuente de fructosa es la sacarosa (el típico azúcar de mesa), que también contiene de forma natural la remolacha o la caña de azúcar (de las que se obtiene) y algunas frutas y verduras, aunque en cantidades mucho menores. Algunas frutas también pueden contener sorbitol, el cual puede ser transformado en fructosa por el organismo.

Algunas variedades de frutas son bajas en fructosa.

Sin embargo, el mayor aporte de fructosa en la dieta procede de alimentos procesados que utilizan como edulcorantes el jarabe de glucosa y fructosa o el sorbitol:  bebidas azucaradas (refrescos, zumos, bebidas lácteas), salsas, alimentos a base de cereales (bollería, galletas, cereales de desayuno) o derivados lácteos, y productos sin azúcar que usen fructosa o sorbitol como edulcorante. Algunos edulcorantes artificiales también pueden ser problemáticos para el intolerante.

imagen del melón cantalupo como frutas de verano

¿Qué frutas puedo tomar?

Como hemos señalado, la fruta contiene fructosa. Esto limita mucho la variedad y cantidad de frutas que puede consumir el intolerante.

Aquéllas con un bajo contenido en fructosa (menor a 0,5 gramos por cada 100 gramos de fruta) son: la papaya, y, aunque no los percibamos como frutas, lo son el aguacate y las aceitunas negras. Con un contenido moderado (entre 0,5 y 1,5 g por cada 100 g de fruta) tenemos el higo chumbo, la lima, el limón, el coco, y el melón cantalupo, una variedad muy sabrosa de pulpa naranja que podemos encontrar ende temporada de verano. Con un contenido ligeramente mayor, se sitúan otras frutas como naranjas, mandarinas, plátanos, fresas, moras y uvas, que suelen ser bien toleradas en cantidades limitadas.

Se debe valorar individualmente la tolerancia, progresivamente.

En cualquier caso, y teniendo en cuenta la elección de variedades bajas en fructosa, hay que valorar la tolerancia individual. Para ello se comenzará con cantidades pequeñas de fruta que ser irán aumentando progresivamente. De forma orientativa, se suelen tolerar cantidades de hasta 1 a 2 gramos diarios de fructosa sin síntomas. Es mejor repartir las tomas en dos a tres veces al día, en lugar de ingerir toda la fruta en una sola ingesta.

De esta forma, aunque en cantidades limitadas, podremos disfrutar de algunas de las ricas frutas que tenemos a disposición en verano.

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