¿Alimentación saludable o suplemento multivitamínico?

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Uno de los debates abiertos en nutrición es el de la suplementación. ¿Es posible obtener todos los nutrientes a partir de la dieta? ¿o por el contrario necesitamos suplementar? ¿para todos o solo para algunos nutrientes?

El debate sobre los suplementos está sobre la mesa. Desde los defensores de la comida real y de obtener todo a partir de la dieta, hasta los que argumentan que es poco probable que podamos conseguirlos de esta forma y deberíamos suplementar. Como todo en nutrición, hay muchos matices.

¿Cuántas vitaminas necesitamos?

 

Las necesidades de nutrientes se definen en base a las llamadas Ingestas Dietéticas Recomendadas o IDRs. Éstas indican qué cantidades diarias de vitaminas o minerales, son suficientes para satisfacer las necesidades del 97,5% de la población. Estas cantidades diarias son necesarias tanto para evitar la aparición de ciertas enfermedades como para garantizar un normal funcionamiento del organismo.

Por definición, estas IDRs no cubren las necesidades del 2.5% de la población para cada vitamina o mineral esencial. Esto se traduce en que para 10 vitaminas, el 25% de la población que sigue las IDRs va a tener una carencia de al menos una vitamina, lo que puede conllevar graves consecuencias para su salud. Las variaciones en las IDRs de cada individuo dependen de aspectos como la edad, el estado general de salud, la medicación que toma, etapas especiales como el embarazo o la tercera edad, la presencia de algunas enfermedades y, en gran medida, de la genética individual.

Nuestra genética determina nuestras necesidades de vitaminas

Las variantes genéticas individuales hacen que existan diferentes grados de absorción o aprovechamiento de la ingesta de vitaminas y minerales esenciales. Por ejemplo, dos personas que según su edad, sexo, peso y hábitos de vida tienen una misma IDR para una vitamina determinada. Si una de estas personas tiene variantes genéticas que se traducen un una menor absorción o utilización de esta vitamina, va a necesitar dosis superiores a las de la IDR.

Por lo tanto, aunque las recomendaciones generales pueden ser útiles como guía para la mayor parte de la población sana, estas pueden no ser suficientes. Las ingestas recomendadas tienen en cuenta muchos de los factores mencionados y proporcionan márgenes de seguridad para garantizar unos requerimientos mínimos. Sin embargo, en algunas circunstancias, puede ser necesario aumentar permanente o temporalmente las ingestas por encima de estos valores. Y en muchas ocasiones, no es fácil alcanzar los niveles requeridos sin suplementación.

Un ejemplo: la vitamina B9 o folato.

Un ejemplo sería el folato o vitamina B9. Las ingestas recomendadas procuran evitar el riesgo de anemia macrocítica y de niveles elevados de homocisteína en sangre (que se asocian con riesgo de enfermedad cardiovascular). La recomendación general es de 400 microgramos al día. Sin embargo, diversos estudios, como ENIDE o ANIBES,  indican que la deficiencia de esta vitamina alcanza a la mayor parte de la población (más de un 95% de la población no alcanza la ingesta recomendada).

Esto es especialmente preocupante en el caso de mujeres que desean quedarse embarazadas, ya que la ingesta de folato es fundamental para evitar los defectos del tubo neural, tales como la espina bífida.  Por este motivo, se les recomienda la suplementación con 400 microgramos/día de folato al menos cuatro semanas antes de la concepción y durante el primer trimestre.

Pero, ¿hay otros casos donde sería aconsejable suplementarse con folato? Hay que tener en cuenta que puede ser difícil obtener suficiente folato a partir de la dieta. Aun comiendo una buena cantidad de verduras, dependiendo de cómo se cocinen, se puede perder una buena parte de las vitaminas del grupo B por arrastre en el agua de cocción. Si a esto sumamos otras circunstancias, como el consumo de algunos fármacos que interactúan con la absorción del folato, podemos encontrarnos con una carencia no detectada de esta vitamina. El consumo de alcohol también aumenta las necesidades de folato.

Por otro lado, también existen diferencias genéticas individuales que afectan al metabolismo del folato, haciendo que algunas personas precisen aumentar todavía más su ingesta, por encima de los 400 microgramos diarios recomendados.

Este es solo un ejemplo de cómo, en algunas circunstancias, puede ser difícil obtener suficiente cantidad de una vitamina a partir de la dieta en función de las características individuales: pensemos en una persona que toma antidepresivos, consume alcohol de forma habitual, tiene una dieta inadecuada y además tiene la versión poco eficiente del gen que metaboliza el folato: será imposible que alcance niveles adecuados, solo a partir de la dieta.

 

Dieta saludable y personalización.

Visto lo expuesto, parece claro que las recomendaciones generales pueden quedarse cortas en algunas circunstancias. Esto no quiere decir que debamos suplementar de forma indiscriminada, práctica que puede tener sus riesgos. Ni tampoco que no sea válido el consejo de llevar una dieta saludable. Debemos intentar obtener la mayor parte de los nutrientes a partir de los alimentos. Pero gracias a la medicina personalizada y al avance de los análisis genéticos, el profesional sanitario puede hacer una valoración individual que nos permita saber para que vitaminas necesitamos suplementación. Por tanto, dieta saludable y suplementación bajo el consejo profesional y de forma personalizada, tras una valoración adecuada.

 

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