Intolerancia a la fructosa

Fructosa

Mucho se habla sobre la fructosa. Su condición de azúcar hace que, a veces, paguen justos por pecadores, y que alimentos saludables como la fruta sean tachados de insanos. Sin embargo, es cierto que algunas personas, debido a su genética, pueden tener problemas asimilando la fructosa, especialmente la añadida a algunos alimentos.

Frente a la tendencia de los productos light tradicionales bajos en grasas, nos encontramos en la actualidad con otro debate: el del azúcar. Y es que, junto con las grasas añadidas y la sal,  los azúcares completan la triada de componentes alimentarios más comunes en los productos procesados.

Dentro de estos azúcares añadidos, uno de los más utilizados es el sirope o jarabe de maíz rico en fructosa. Este componente está ampliamente presente en alimentos como bebidas o salsas a modo de edulcorante. La asociación entre el consumo excesivo de este tipo de productos y la obesidad, junto con las campañas para la reducción de azúcar en la actualidad, han llevado al extremo absurdo de considerar perjudicial la fructosa de la fruta.

Nada más lejos de la realidad: ni las cantidades de fructosa en la fruta ni el resto de componentes que la acompañan (fibra, vitaminas y minerales) tienen el mismo efecto sobre la salud que un refresco o una salsa, con un mucho mayor contenido de fructosa y mucho menor valor nutricional.

Fructosa, sacarosa (azúcar) y sorbitol en el punto de mira.

¿Qué es la fructosa?

La fructosa es un azúcar que se encuentra presente de forma natural y libre en alimentos como las frutas, la miel o algunas verduras. Otra fuente de fructosa es la sacarosa (el típico azúcar de mesa), la que también está presente de forma natural en la remolacha y en la caña de azúcar (de las que se obtiene), así como en algunas frutas y verduras en cantidades mucho menores. El sorbitol es un polialcohol, que se encuentra también en algunas frutas y a partir del cual el organismo puede obtener fructosa.

No obstante, la mayor fuente de fructosa en la dieta es la presencia de estos azúcares como edulcorantes en alimentos procesados: bebidas azucaradas (refrescos, zumos, bebidas lácteas), salsas, alimentos a base de cereales (bollería, galletas, cereales de desayuno) o derivados lácteos, y productos sin azúcar que usan fructosa o sorbitol como edulcorante.

¿Y si me sienta mal?

Salvedades obvias como los diabéticos, que deben ser muy cuidadosos con la cantidad de azúcares que ingieren, algunas personas refieren molestias al ingerir alimentos ricos en fructosa. Al igual que ya hemos comentado en el caso de la lactosa o del gluten, nos podemos encontrar con una intolerancia alimentaria.

Cuando ingerimos fructosa a partir de los alimentos, ésta es transformada en el hígado en glucosa, que puede ser utilizada por el organismo para obtener energía. La enzima llamada aldolasa B se encarga de una de las transformaciones en este proceso. Si hay deficiencia de esta enzima, esta transformación se “atasca” produciéndose la acumulación de una de las sustancias intermedias en el proceso.

Las consecuencias son un rápido descenso de la glucosa en sangre, el aumento de la producción de ácido úrico y ácido láctico, y los síntomas asociados a la intolerancia hereditaria a la fructosa: vómitos, diarrea, dolor abdominal, hipoglucemia o ictericia, pudiendo llegar en casos extremos a causar fallo hepático y renal.

Esta intolerancia (no confundir con alergia) está motivada por causas genéticas.

Con solo tu saliva, un sencillo test genético te ayuda a saber si eres intolerante.

¿Cómo saber si soy intolerante?

Tradicionalmente, y ante la presencia de síntomas asociados al consumo de fructosa, se podía diagnosticar la intolerancia a través de pruebas invasivas como la determinación de la aldolasa B en una biopsia de hígado, o de un test de glucosa en sangre tras la ingestión de fructosa o sorbitol.

En la actualidad se ha determinado qué genes son los responsables de la actividad de la aldolasa, por lo que un test genético puede permitir de forma muy sencilla, a partir de una muestra de saliva, saber si podemos padecer intolerancia hereditaria a la fructosa.

Este test sencillo, rápido y cómodo permite, además, distinguir si padecemos esta condición genética, o bien de una intolerancia secundaria o malabsorción de fructosa. Algunas personas, por desequilibrios en su flora intestinal, pueden desarrollar de forma transitoria síntomas similares a los de la intolerancia hereditaria. El test genético puede ayudar a discernir si esas molestias son debidas a una u otra causa, pudiendo dirigir el tratamiento terapéutico.

La intolerancia hereditaria a la fructosa tiene una base genética.

¿Y si tengo intolerancia hereditaria a la fructosa?

En tal caso, al igual que sucede con la intolerancia a la lactosa, o la celiaquía, la restricción de fructosa en la dieta es la estrategia a seguir. Bastaría con conocer qué alimentos son ricos en fructosa, sacarosa (azúcar) o sorbitol, y reducir su presencia en la dieta.

En este enlace tienes un listado muy completo que puede ayudarte como guía, aunque siempre es aconsejable el consejo de un profesional de la nutrición y dietética (puedes encontrar uno en nuestra NutriRed).

3 comentarios en “Intolerancia a la fructosa

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