Vitaminarse durante la lactancia

Bebé lactando

La lactancia es, junto con el embarazo, uno de los momentos en la vida de la mujer donde más se ven alteradas las necesidades nutricionales. Tanto para la salud de la madre como del recién nacido es fundamental asegurar un buen aporte de nutrientes a través de la dieta. ¿Estás amamantando y no sabes cómo mejorar tu alimentación? Te damos unas pautas a continuación.

La lactancia materna es clave para una buena salud del recién nacido y futuro niño. La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna exclusiva, al menos, durante los primeros seis meses de vida, como estrategia para mejorar la salud, no solo durante ese periodo, sino a más largo plazo.

La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva al menos durante los primeros seis meses de vida.

La leche materna contiene no solo vitaminas y minerales, sino también otras sustancias como las inmunoglobulinas, muy necesarias para la maduración del sistema inmune del recién nacido. Además, parece que la leche materna también juega un papel importante en el desarrollo de la flora intestinal del bebé, lo que se está desvelando crucial para la salud durante los primeros años de vida.

¿Afecta la dieta a la composición de la leche materna?

Es una creencia generalizada que la composición de la leche materna es muy diversa. Sin embargo, durante la lactancia se priorizan las reservas energéticas y de nutrientes para asegurar que el recién nacido recibe a través de la leche todos los nutrientes y energía que necesita.

Por este motivo, el contenido en carbohidratos, proteína, grasa, calcio y hierro no varían mucho en la leche materna, ya que si hay carencia en la dieta se van a movilizar las reservas presentes en el cuerpo de la madre. Por eso es tan importante asegurar una buena alimentación durante el embarazo y la lactancia, ya que de lo contrario la salud materna podría verse afectada. Es el caso de la anemia durante el embarazo, que puede llevar a complicaciones, especialmente durante el último trimestre.

Sin embargo, sí hay nutrientes que sí que se ven afectados por la ingesta de la madre, como las vitaminas o el perfil de grasas en la leche materna. En concreto, en nuestro entorno es más frecuente la carencia de algunas vitaminas, que la deficiencia en energía o proteínas en la dieta.

La composición de la dieta afecta al contenido de algunos nutrientes de la leche materna.

¿Cómo debe ser mi dieta durante la lactancia?

Como hemos mencionado, embarazo y lactancia conllevan un aumento de las necesidades de energía, de algunos macronutrientes (especialmente proteínas) y de micronutrientes (como algunas vitaminas y minerales). Si bien durante la lactancia se calcula que las necesidades energéticas están aumentadas en casi  un 20%, las de algunas vitaminas y minerales alcanzan el 50%. Esto hace que, al igual que en el embarazo, sea crucial una dieta de alta densidad nutricional. De esta forma podremos conseguir los objetivos de ingesta de vitaminas y minerales, sin un exceso de aporte energético que pudiera llevar asociada una ganancia de peso poco deseable.

De hecho, las necesidades nutricionales durante la lactancia son incluso más elevadas que durante el embarazo. Durante los primeros cuatro a seis meses de vida el recién nacido duplica el peso alcanzado en los nueves meses de gestación. Por ello, hay que ser muy cuidadoso con el abordaje de dietas de adelgazamiento tras el embarazo, ya que un déficit calórico en este momento tan delicado podría derivar en carencias nutricionales tanto para el bebé como para la madre.

El control del peso corporal debe comenzar antes incluso de la propia concepción, para así mantener una ganancia de peso adecuada durante el embarazo, evitando las dietas restrictivas durante ambas etapas. Si bien las necesidades energéticas han de calcularse de forma individual en función de la fisonomía, estilo de vida, etc., se recomienda durante la lactancia un rango de ingesta calórica de entre 2.300 y 2.500 kilocalorías al día.

Grasas en la dieta

Las grasas en la leche materna no solo aportan una buena parte de las calorías de las que requiere el bebé, sino también nutrientes de gran importancia para el desarrollo del sistema nervioso. Es el caso de los ácidos grasos omega-3 de cadena larga, especialmente el ácido docosahexaenoico (de forma abreviada DHA). La composición grasa de la leche materna es sensible a la dieta, por lo que es importante un aporte adecuado de estos nutrientes.

Este DHA puede obtenerse a partir de dos fuentes: directamente del pescado, o bien a partir de los omega-3 procedentes de vegetales. Sin embargo, estos últimos han de ser transformados por el organismo en DHA. Este proceso está sujeto a diferencias genéticas, que hacen que algunas personas no sean muy eficientes en esta transformación. Por este motivo, es importante seguir la recomendación de consumir dos raciones de pescado por semana, de entre las especies con menor contenido en mercurio y metales pesados. Aquellas personas que no consuman pescado, como en el veganismo, podrían recurrir a la suplementación pautada por un profesional.

Especies de pescado recomendadas para lactantes

¿Y las vitaminas?

La cantidad de vitaminas en la leche materna se ve afectada por la dieta. Por eso es muy importante asegurar un aporte adecuado.

Los requerimientos de algunas vitaminas aumentan durante la lactancia.

La vitamina A participa en el desarrollo y crecimiento del bebé, y  es fundamental para la función visual. Por lo general, en nuestro entorno no es habitual la deficiencia de vitamina A con una dieta equilibrada. Podemos obtenerla a partir de los alimentos de origen animal, como vitamina A preformada (retinol) o como carotenos, que han de transformarse en retinol. Esta transformación, al igual que en el ya mencionado caso del DHA, está sujeta a distinta eficiencia en función de variaciones genéticas, por lo que especialmente las madres que sigan una dieta vegana deben prestar atención.

La vitamina D juega también un papel fundamental en el desarrollo del bebé. Dado que la deficiencia de vitamina D es muy habitual, especialmente debido a la baja exposición solar y a la dificultad de obtenerla exclusivamente a través de la dieta, existe la recomendación de suplementar a los lactantes menores de un año con 400 UI diarios de vitamina D.

Por su parte, la vitamina B12 es muy importante para el desarrollo neurológico del recién nacido, y su deficiencia puede tener consecuencias a largo plazo. Por lo general, una dieta equilibrada suministra cantidades adecuadas de esta vitamina. Sin embargo, en el caso de veganismo, o en mujeres con síntomas de desnutrición o anemia, puede ser precisa la suplementación para garantizar unos niveles adecuados.

El folato, ácido fólico o vitamina B9 es uno de los nutrientes que se recomienda suplementar previamente al embarazo y durante el primer trimestre de gestación, para reducir la incidencia de malformaciones asociadas a defectos del tubo neural. Durante la lactancia es una vitamina que también juega un papel importante en el desarrollo del recién nacido. Una dieta rica en verduras a diario puede aportar suficientes cantidades de folatos. De nuevo, las necesidades de folatos pueden estar aumentadas en mujeres con ciertas variantes en su ADN, dato que es posible conocer a través de un test genético.  

¿Y los minerales?

Los minerales en la leche materna parecen no ser tan sensibles a la ingesta en la dieta de la madre, salvo en el caso del hierro y el yodo. En el caso del hierro puede ser recomendable valorar la suplementación para recuperar las reservas perdidas tras el parto, o en caso de anemia. Los requerimientos de yodo también aumentan en la lactancia, ya que, además de cubrir sus necesidades, la madre debe asegurar que el recién nacido recibe suficiente cantidad para la síntesis de las hormonas tiroideas. Por este motivo, se duplican prácticamente los requerimientos de yodo en esta etapa. La ingesta moderada de sal yodada y, en su caso, la suplementación prescrita por el especialista permiten garantizar unos niveles adecuados de este nutriente.

En resumen: el seguimiento por el especialista y el consejo de un dietista-nutricionista ayudarán a mejorar la dieta tras el parto y facilitarán la recuperación de la madre, así como un óptimo desarrollo del bebé. Estrategias poco dirigidas, como el consumo de complejos vitamínicos, no parecen mejorar la salud de la madre ni del bebé. Asegurarnos de iniciar buenos hábitos nutricionales antes del embarazo, y mantenerlos tras el parto, son la mejor garantía para la buena salud de todos, a largo plazo.

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