Vitamina D y Diabetes

Diabetes y vitamina D

Si hay una vitamina de la que se hable con frecuencia, ésa es la D. Esta sustancia, que podemos obtener a partir de la dieta, o a través de la luz del sol, participa en multitud de procesos necesarios para mantener una buena salud. Parece que, además, cada vez está más claro el vínculo entre la deficiencia de vitamina D y la diabetes.

Que la vitamina D es de gran importancia para el organismo no es nuevo. Sabemos, desde hace mucho tiempo, que juega un papel fundamental en el metabolismo del calcio, y para el mantenimiento de una buena salud ósea, en combinación con la acción de la vitamina K. El descubrimiento de que la deficiencia de vitamina D conlleva raquitismo y retraso en el desarrollo fue uno de los primeros hallazgos alrededor de esta sustancia.

La deficiencia de vitamina D se asocia con un mayor riesgo de diabetes.

Sin embargo, conforme han ido avanzando los estudios, se ha descubierto cómo las células del organismo tienen un receptor que es sensible a los niveles de esta vitamina. Esto hace que la deficiencia de esta sustancia pueda afectar de forma muy marcada a multitud de procesos en todo el cuerpo, desde la función pulmonar, la función inmune, o también el control de los niveles de glucosa en sangre. Esto hace que la elevada frecuencia de deficiencia de vitamina D sea preocupante.

A más vitamina, menor riesgo

Esto es lo que demuestra un estudio desarrollado en Australia, a partir de datos de casi 4.000 sujetos, de entre 18 y 75 años. Los investigadores encontraron que el tercio de sujetos con niveles más elevados de vitamina D tenían un riesgo 40% menor de glucosa en ayunas elevada y un 33% menor en el caso de la hemoglobina glicosilada, comparados con el tercio con niveles de vitamina más bajos.

Este estudio demuestra una asociación entre niveles más elevados de vitamina D y menor riesgo, pero no demuestra definitivamente que ésa sea la causa. Para ello deberíamos acudir a los ensayos clínicos con suplementación. En ellos, se administra una cantidad determinada de vitamina D o un placebo, y se analiza si hay diferencias en los niveles de glucosa en sangre. Los ensayos que se han efectuado hasta la fecha no han dado resultados concluyentes.

La causa podría ser la presencia de otros factores de riesgo. En concreto, la obesidad, tan claramente relacionada con la diabetes tipo 2, se asocia también con menores niveles de vitamina D. Y otros factores como la genética podrían estar jugando un papel.

Las diferencias genéticas afectan al metabolismo de la vitamina D.

Genes y vitamina D

No todos tenemos las mismas necesidades de vitaminas dado que su absorción, utilización y eliminación varían entre unas personas y otras. Esto es debido a diferencias en los genes que marcan esos aspectos del metabolismo. En concreto, y en el caso de la vitamina D, se sabe que algunas personas no responden de igual forma que otras a la suplementación. Mientras que algunas elevan sus niveles de vitamina D en sangre fácilmente, otras necesitan dosis muy superiores.

Y no solo está la absorción, sino también la respuesta de las células. Como hemos mencionado, éstas tienen unos receptores que se activan en función de los niveles de vitamina D. Diferentes versiones del gen de ese receptor pueden hacer que la respuesta a un mismo nivel de vitamina en el organismo sea diferente.

Esto es lo que se ha encontrado en un meta-análisis (se reúne los datos de varios estudios para analizarlos de forma conjunta) donde se encontró que algunas versiones de un determinado gen se asocian con aumento de más de un 50% del riesgo de diabetes tipo 2. También se ha encontrado una asociación entre distintos genes relacionados con el metabolismo de la vitamina D y la presencia de antígenos de islotes pancreáticos, un marcador que puede aparecer antes del desarrollo de la diabetes tipo 1 o diabetes juvenil.

Dieta, suplementos o sol: fuentes de vitamina D.

Fuentes de vitamina D

Ya hemos señalado en la introducción que podemos obtener la vitamina D a partir del sol o a partir de los alimentos. Realmente es complicado poder alcanzar el requerimiento mínimo de vitamina D recomendado solo a partir de la dieta. Por otra parte, y dada la preocupación por los efectos del sol sobre la piel, y el estilo de vida moderno, tampoco conseguimos obtener suficiente cantidad por esta vía. Esto se refleja en que incluso en países como el nuestro, con un elevado número de horas de sol, la deficiencia de vitamina D alcance a gran cantidad de personas.

Las diferencias genéticas en el metabolismo de la vitamina D pueden por tanto afectar de diferente forma a nuestros niveles en sangre, en función de si la obtenemos mayoritariamente de la dieta, de suplementos, o a partir de la toma segura del sol. Además, su aprovechamiento, sea de la fuente que sea, puede también verse afectado en función de las diferencias en el receptor de la vitamina. Todo esto complica aún más el estudio de la relación entre esta vitamina y alteraciones como la diabetes.

Sea como fuere, lo que está muy claro es que niveles bajos de vitamina D se asocian con multitud de enfermedades; que la deficiencia es muy común; y que la genética puede ayudar a personalizar una estrategia para normalizar sus niveles. Los test genéticos permiten ahora desarrollar estrategias de medicina personalizada.

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