Alimentación y deporte: hábitos inseparables

Sabemos que debemos movernos. Y que hay que mantener una alimentación saludable. Pero los beneficios, cuando seguimos ambos consejos se multiplican. Una buena alimentación es además indispensable para poder mantener un cierto nivel de actividad física con regularidad. Y para la pérdida de peso, ambos van de la mano.

Sabemos que el ejercicio regular es uno de los mejores consejos que podemos seguir. La Organización Mundial de la Salud recomienda al menos 60 minutos diarios de actividad vigorosa en su mayor parte aeróbica, para los jóvenes. En adultos pasamos a 150 minutos semanales de actividad moderada o 75 de actividad vigorosa. Algo que sabemos que no cumplimos, puesto que según el Eurobarómetro, un 46% de los españoles no hace ningún tipo de ejercicio.

Si además unimos a esto la alimentación saludable, el suspenso es clamoroso. No hay más que ver los datos de la Fundación Dieta Mediterránea que indican que tan solo un 45% de los españoles sigue este patrón considerado saludable. No son por tanto de extrañar las tasas de obesidad, que se han duplicado en los últimos 20 años y donde ya más del 50% de los españoles supera el peso ideal.

No puedes huir de una mala dieta

Aunque siempre se ha considerado que si hacíamos mucho ejercicio podríamos comer de todo, lo cierto es que ahora sabemos que es mucho más beneficioso combinar esa actividad física con una dieta adecuada. El efecto del ejercicio en la salud se ve reducido si no controlamos la alimentación. Por poner un ejemplo, para compensar la ingesta de 150 kilocalorias, de una lata de refresco, por ejemplo, necesitaríamos correr unos 30 minutos. Queda claro por tanto que el esfuerzo para mantener el balance energético va a ser grande si nuestra ingesta calórica diaria es excesiva.

Aparte de este hecho, una dieta muy rica en alimentos procesados, muy calóricos, y de bajo valor nutricional puede conllevar el riesgo de carencias nutricionales, especialmente en cuanto a la ingesta de vitaminas y minerales. Esto puede poner en riesgo nuestra salud, especialmente si por nuestra genética somos susceptibles a ciertas deficiencias.

Dieta sin ejercicio… mala combinación

Por otro lado, tendríamos la otra cara de la moneda. Personas que cuidan su dieta pero que son sedentarias e inactivas. Es posible que puedan controlar su peso, con dietas moderadamente bajas en calorías. Pero de nuevo, esto no es lo más recomendable. Se ha comprobado que este perfil puede favorecer el desarrollo de la obesidad oculta, o los llamados “obesos delgados”. Esto se refiere a que su composición corporal, a pesar de aparentar poco peso, oculta una baja masa muscular y un porcentaje alto de grasa corporal.

Dieta sin ejercicio, puede resultar en mala composición corporal.

Esto tiene consecuencias también a nivel metabólico, y puede conllevar asociado alteraciones como un mal control de los niveles de azúcar en sangre, mayor riesgo de diabetes o de enfermedades cardiovasculares. Además de favorecer la pérdida de masa muscular y ósea (osteosarcopenia).

Se ha comprobado que aun manteniendo un balance energético neutro (es decir, consumimos y gastamos aproximadamente la misma energía) es mucho más favorable situaciones de alto flujo de energía (gastamos mucho – consumimos mucho) que de bajo flujo (comemos poco – gastamos poco). De hecho, este balance es uno de los principales predictores de ganancia de peso futura, en diferentes estudios.

Dieta y ejercicio van de la mano, para una salud ideal. No olvidemos este binomio, si queremos mantener el peso a raya y encontrarnos bien.

Ejercicio sin buena alimentación, reduce los beneficios de ser activo.

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