Cómo vivir hasta los 100 años

retrasar el envejecimiento

El elixir de la eterna juventud es, como la piedra filosofal, uno de los mitos que nos persiguen a lo largo de la historia de la humanidad. Vivir eternamente y escapar a la muerte es una de las aspiraciones que nunca dejarán de inquietarnos. Es algo que parece imposible, pero algunos piensan que, en un futuro no muy lejano, podremos conseguirlo.

Vivir para siempre, o al menos vivir más años, y con buena salud: ¿quién no aspira a eso? Problemas éticos aparte, lo cierto es que ya hay líneas de investigación abiertas en distintos lugares del mundo para intentar desentrañar los mecanismos por los que envejecemos y, por tanto, poder atajarlos.

Los estudios con animales han dado resultados en algunos casos impresionantes. Pero no todo es tan sencillo, y mucho menos en humanos. Para dar el paso hay que tener muchas garantías, y lo cierto es que los efectos secundarios de la prolongación de la vida podrían ser peligrosos. Aunque ya se han dado algunos pasos.

Controlando el reloj celular

El pasado año 2016, Elizabeth Parrish, CEO de la empresa biotecnológica Bioviva, anunció que se había sometido a un tratamiento para alargar la longitud de sus telómeros. Estas estructuras forman parte del ADN para proteger los cromosomas cada vez que una célula se divide. Son como las puntas de plástico de los cordones de los zapatos, que evitan que se desenrollen. Con el tiempo, estos telómeros se van acortando cada vez más, de forma que medir su longitud puede dar una indicación del grado de envejecimiento a nivel celular del organismo.

Entender por qué envejecemos es la clave para poder retrasar el proceso.

Parrish se sometió a un tratamiento con telomerasa, una enzima encargada de reconstruir o alargar esos telómeros. Según indica la nota de prensa, se consiguió revertir en 20 años el acortamiento de sus telómeros. Que esto se traduzca o no en una mejor salud, o en una prolongación de la vida, es otra cuestión. Se trata de un caso aislado, y habrá que ver si se obtienen resultados similares a los hallados en ratones. En 2012 un equipo del CNIO liderado por María Blasco consiguió, usando la misma técnica, prolongar la vida en ratones entre un 13 y un 24%. Y todo ello, sin aumentar la incidencia de cáncer, un posible efecto colateral de este tipo de terapias.

Sin necesidad de someternos a tratamientos complejos, ciertos nutrientes juegan un papel muy importante en la protección de los telómeros: existe suficiente evidencia de que procesos como la oxidación celular y la metilación del ADN pueden contribuir a un acortamiento de la longitud de los telómeros. Por tanto, nutrientes como las vitaminas antioxidantes A, C y E nos protegen frente al acortamiento telomérico causado por el estrés oxidativo; y la vitamina B12, importante para una correcta metilación del ADN, puede ayudar a promover la longevidad. Es importante destacar que no a todos nos afecta la oxidación o la metilación por igual. Diferentes variantes genéticas hacen que nuestros mecanismos naturales de defensa no sean igual de efectivos en todos nosotros. Un test genético puede ayudar a determinar si nuestras necesidades de antioxidantes, como las vitaminas A, C y E, o de moléculas necesarias para una correcta metilación, como las vitaminas B9 y B12, son diferentes de las recomendaciones estándar.

Jubilación celular anticipada

En relación a ese reloj molecular que marca la vida de las células a través de los telómeros, nos encontramos con las células senescentes. Cuando los telómeros se gastan se activa un proceso llamado apoptosis o suicidio celular. Pero algunas células entran en un estado llamado senescencia. No mueren, pero tampoco pueden desarrollar de forma adecuada su función en los distintos tejidos del organismo.

Los investigadores pensaron que si se pudiera eliminar de forma selectiva estas células senescentes se podría mejorar la salud. En estudios con ratones se ha conseguido eliminar hasta un 80% de esas células, prolongando la vida en ratones hasta en un 13%. Incluso observaron un recrecimiento del pelo que habían perdido los animales.

Células madre

Las células madre han supuesto una verdadera revolución en biomedicina. Estas células pueden obtenerse a partir de otras que pueden ser reprogramadas para así transformarse en células de distintos tejidos. En nuestro organismo y de forma natural estas células ayudan a mantener y reparar los tejidos, creando más células nuevas.

Las células madre están siendo utilizadas en multitud de terapias, para reparar los tejidos de órganos que han sido dañados por el envejecimiento o por distintas enfermedades. Un equipo liderado por el doctor Jesús Vaquero, en el hospital Puerta de Hierro, está consiguiendo resultados esperanzadores para los lesionados medulares.

Las células madre también se están usando en estudios como terapia antienvejecimiento. Dos ensayos clínicos muy recientes han demostrado que la terapia con células madre en individuos en la tercera edad es segura e induce mejoras en la calidad de vida.

La píldora de la longevidad

Hasta el momento hemos hablado de terapias que incluyen procedimientos con una alta complejidad. La verdadera revolución sería conseguir un tratamiento sencillo que, por vía oral, fuera capaz de retrasar el envejecimiento. Una de las sustancias que más expectativas está levantando es el ribósido de nicotinamida, un derivado de la vitamina B3 o niacina.

Ciertos derivados de la vitamina B3, candidatos antienvejecimiento.

Uno de los efectos del envejecimiento es la reducción en la cantidad de  una sustancia llamada NAD+ en las mitocondrias. Éstas se encargan en la célula de obtener energía, al “quemar” con el oxígeno los nutrientes que obtenemos a partir de la dieta. El hecho de que menores niveles de NAD+ celular se asociaran con una mayor incidencia de distintas enfermedades llevó a los investigadores a pensar en un tratamiento que aumentara el NAD+. La vitamina B3 y el NAD+ juegan un papel importante en la reparación del ADN, lo cual a su vez se relaciona con un mayor o menor riesgo de enfermedades como el cáncer.

El problema es que no se puede aumentar directamente los niveles de NAD+ de las células simplemente tomando esa sustancia, porque no es capaz de llegar a ellas. Pero el desarrollo de terapias con ribósido de nicotinnamida o nicotinamida mononucleótido, parecen haber solventado este problema. En estudios, de nuevo con ratones, se consiguió observar mejoras en el tejido muscular, cerebral y en la piel. Además, un estudio en el CNIO demostró que esta sustancia era capaz de frenar el avance del cáncer de hígado, en un ratón modelo de la enfermedad.

También se ha observado que la deficiencia de vitamina B3, o de uno de sus precursores, el triptófano, podrían estar asociadas a mayor riesgo de padecer algunas enfermedades, como la hipertrigliceridemia. La sensibilidad de los niveles de triglicéridos a la ingesta de vitamina B3 viene determinada por la genética. Y esta sensibilidad se puede conocer a través de un test genético que nos dé información sobre nuestras necesidades personalizadas de vitaminas.

Los hábitos saludables son la mejor garantía para una vida larga y sana.

Lo que sabemos que funciona

A buen seguro, en las próximas décadas vamos a vivir descubrimientos apasionantes que van a permitir prolongar más la vida, y con mejor salud. Pero a día de hoy lo mejor que podemos hacer es cuidar nuestros hábitos. Sabemos que enfermedades como la cardiovascular, la diabetes, la osteoporosis o la EPOC se asocian con pérdida de años y con una menor calidad de vida. Una dieta adecuada, actividad física regular, descanso regular y de calidad, y evitar el tabaco y el alcohol están al alcance de nuestra mano y pueden ayudarnos a estar bien mucho más tiempo. De hecho, se ha comprobado que también son capaces de alargar nuestros telómeros.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.