Antioxidantes para tu piel

Mujer con piel clara

Tocoferol, beta-caroteno, coenzima Q10… Componentes que puedes encontrar en la etiqueta de las cremas antienvejecimiento. Muchas de estas sustancias tienen una acción antioxidante que ayuda a mantener sana la piel. Sin embargo, la principal fuente de estas sustancias es la dieta.

La preocupación por la estética nos toca a todos en mayor o menor medida. Y uno de los factores que probablemente más se tiende a cuidar, junto con el peso corporal o el aspecto del cabello, es el estado de la piel. Tradicionalmente, la mujer ha sido la principal consumidora de cosméticos. Sin embargo el hombre se ha ido incorporando de forma progresiva en los últimos años.

La efectividad de absorción de los antioxidantes mediante cremas es limitada.

Si bien esta preocupación por el aspecto es totalmente lícita, siempre surge el debate de que el primer motivo para cuidarse ha de ser la salud. Y en este sentido, una buena dieta no solo va a ser un seguro a largo plazo contra enfermedades como la obesidad, sino que también va a ayudarnos a estar jóvenes, por dentro y por fuera. Muchas de las sustancias que se incluyen en las cremas antiarrugas tienen una función antioxidante. Y la principal fuente de estas sustancias es la dieta.

El sol: arma de doble filo

La exposición segura y responsable al sol está ganando cada vez más fuerza como fuente de salud. Esto es debido a su importancia para que podamos iniciar la formación de vitamina D en nuestra piel, ya que obtener suficiente cantidad de esta vitamina a través de la dieta es difícil. La deficiencia es común incluso en países como España, con muchas horas de sol.

Por otra parte, una exposición excesiva al sol, además de poder aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer, es la principal causa de envejecimiento de la piel. Entre otros, puede producir inflamación, aumentar el estrés oxidativo en la piel y favorecer la degradación del colágeno.

Los antioxidantes han sido usados tradicionalmente en cosmética con el objetivo de paliar el estrés oxidativo en la piel y de reducir los efectos de la radiación ultravioleta, si bien su efectividad es limitada debido a la baja absorción a través de la piel.

Vitamina A

El retinol (forma activa de la vitamina A) es una de las sustancias más frecuentemente publicitadas en productos antienvejecimiento. Esta vitamina, aplicada externamente o por vía oral, parece ser capaz de reducir los síntomas del envejecimiento de la piel. El retinol se encuentra en alimentos de origen animal, como pescados, carnes y lácteos. Por otra parte, los carotenos son sustancias a partir de las cuales podemos obtener el retinol, y que tienen también capacidad antioxidante. Se encuentran en vegetales, especialmente aquellas frutas y tubérculos de color naranja como calabaza, mango, batata, melón, papaya o zanahoria, o en verduras como el brócoli o la espinaca. La conversión de carotenos a retinol no es igual de eficiente en todas las personas debido a diferencias genéticas. Un test genético que analice la capacidad de absorber y transformar los carotenos puede ayudar a ajustar su cantidad en la dieta para un balance óptimo de la vitamina A en el organismo.

Vitamina D

La radiación ultravioleta B (UVB) del sol inicia en la piel el proceso por el cual somos capaces de obtener vitamina D a partir de derivados del colesterol. Este proceso finaliza en el riñón, con la obtención de la forma activa de la vitamina D. Esta sustancia le devuelve el favor a la piel, ya que ayuda a mantenerla saludable. La vitamina D regula la proliferación y la diferenciación de los queratinocitos, las células que constituyen la epidermis. Esto mejora la función de barrera, la renovación de la piel y la cicatrización de heridas. Esta vitamina, además, parece ser también fotoprotectora, reduciendo el daño por una exposición solar excesiva. De nuevo hay diferencias genéticas que afectan a las necesidades de vitamina D en distintas personas.

Vitamina B3 (niacina)

La exposición excesiva a los rayos ultravioleta del sol reduce la capacidad de las células de la piel de obtener energía y así poder renovarse. La niacina o vitamina B3 permite mejorar los mecanismos de reparación de la piel. Se encuentra en una gran variedad de alimentos como carnes, pescados, frutos secos, semillas, cereales o setas. Se puede encontrar al igual que la vitamina A como componente en cremas hidratantes. Además de mantener tu piel sana, la vitamina B3 puede ayudar a mantener los triglicéridos a raya, si bien esto también está sujeto a diferencias individuales en función de la genética personal.

Vitaminas como las C y E actúan mejor juntas para combatir el envejecimiento de la piel.

Vitamina C

Ya hemos mencionado que uno de los efectos del sol en la piel es aumentar el estrés oxidativo a través de la producción de radicales libres. La vitamina C es capaz de neutralizarlos, por lo que puede proteger del daño cutáneo por esta causa. Además, la vitamina C participa en el metabolismo del colágeno. La vitamina C se absorbe poco a través de la piel, siendo más efectiva cuando se ingiere en los alimentos. Se encuentra principalmente, además de en cítricos, en otras frutas como el kiwi, las bayas como las fresas o arándanos, la papaya o el tomate, y en verduras de hoja verde, el brócoli o los pimientos Dependiendo de la capacidad de defensa antioxidante y de absorción de la vitamina, algunas personas pueden tener necesidades aumentadas de vitamina C.

Vitamina E

Junto con la C, la vitamina E es uno de los principales antioxidantes con los que contamos. La vitamina E o tocoferol es un ingrediente habitual en cremas para la protección de la piel. Los estudios con suplementación de esta vitamina no han demostrado una efectividad clara en la protección de la piel frente al daño producido por la radiación solar. Sin embargo, dado que ambas vitaminas, C y E, actúan de forma conjunta (lo que se denomina sinergia) sí que se ha observado un efecto protector en estudios con suplementación de ambas vitaminas. En cualquier caso, obtener la vitamina E a través de la dieta es lo ideal, ya sea a través de frutos secos, aceites vegetales o el aguacate. De nuevo nos encontramos con que puede haber variantes genéticas que hagan que algunas personas absorban mejor la vitamina E que otras. Ayúdate de un test de vitaminas para saberlo.

Omega-3

Además de la producción de radicales libres, otro de los efectos colaterales de un exceso de radiación solar es la inflamación. Los ácidos grasos omega-3, especialmente los de cadena larga (EPA y DHA), tienen capacidad antiinflamatoria. Estos ácidos grasos omega-3 de cadena larga se obtienen en la dieta a partir del pescado o por transformación en el organismo de los omega-3 vegetales. Esta conversión está sujeta a diferencias genéticas.

La dieta es la mejor fuente de antioxidantes para proteger la piel.

Alimenta tu piel

En resumen: la dieta va a ser la principal fuente de sustancias que pueden ayudar a proteger nuestra piel del daño oxidativo y la inflamación, sobre todo por una exposición excesiva al sol, y ayudarla a regenerarse y mantenerse en óptimo estado. Garantizar a través de la alimentación que obtenemos suficientes antioxidantes (en forma de vitaminas C, E o carotenos), regeneradores (como la vitamina B3 o la D), y antiinflamatorios (como los ácidos grasos omega-3) es una buena forma de mejorar nuestro aspecto. Además, una dieta rica en frutas y verduras también va a ser fuente de otros antioxidantes como polifenoles que, de forma conjunta gracias a esas sinergias, van a ayudar aún más a mantener la piel joven y radiante.

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